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miércoles, 3 de noviembre de 2010

El poder de la estupidez (Giancarlo Livraghi)


La estupidez es un problema feo. Siempre me ha fascinado la estupidez del ser humano. La mía propia, por descontado; pero también todas aquellas clases de actitudes necias y errores detestables que echan a perder tantas horas de nuestra vida cotidiana, generando no poca angustia.
Pero el asunto empeora todavía mucho más cuando uno halla ocasión de averiguar de qué manera las personas poderosas e influyentes deciden y actúan en lo relativo a temas que conllevan consecuencias a gran escala.

Así comienza uno de los libros que más me ha atrapado, un ensayo sobre, como dice el título, el poder de la estupidez, su extensión y su peligrosidad asociada a factores como la ignorancia, el miedo, las costumbres, la superstición o las prisas.
La gran virtud de este ensayo es que no hace falta leerlo todo seguido, si no que puedes alternar los capítulos según tu interes, pasando de la influencia de las Leyes de Murphy a las leyes de Cipolla o las vías del poder, por ejemplo.

Posee un capítulo de citas excelente, algunas de ellas dignas de mencionar como:

"No atribuyas nunca a la malicia lo que se puede explicar adecuadamente con la estupidez"

"No subestimes nunca el poder de la estupidez"

"Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana. En cuanto al universo, no estoy seguro (A. Einstein)

"La ciencia todavía no nos ha enseñado si la locura es, o no, la sublimidad de la inteligencia" (Edgar A. Poe)

"Sólo un idiota puede ser totalmente feliz" (Mario Vargas Llosa)



Pero si hay un pasaje o capítulo a destacar es el referido a "El círculo vicioso de la estupidez". En e´l se puede leer entre líneas críticas a los medios de comunicación y, por mi parte, en cuanto leo párrafos como los siguientes, no puedo dejar de pensar en Tele5 y su filosofía del entretenimiento.

"... resulta aún más grave cuando la función básica de una organización es proporcionar ora información, ora entretenimiento. A pesar de las hipócritas declaraciones que afirman lo contrario, son muchas las personas de la industria de la comunicación que creen que el público es estúpido. Consideran que deben adormecer a sus lectores, oyentes y espectadores , como tontos que son, con banalidades en las que priman las noticias superficiales, la retórica pomposa y el sensacionalismo barato.
...En ese círculo vicioso hay una especie de reciprocidad. El juego lo juegan las dos partes; a veces deliberadamente, con mayor frecuencia, no, sino de modo involuntario. Nos tratan como a estúpidos, pero sabemos que los estúpidos son ellos, de forma que veamos cómo podemos divertirnos y entretenernos con la estupidez, porque ahí no encontraremos nada serio; y si lo hallamos, será aburrido o deprimente"

En conclusión, un libro ameno y, sobretodo, jocoso, que te demuestra que, en mayor o menor medida, todos somos estúpidos. Y creedme, no le falta razón.

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