Buscar este blog

lunes, 9 de marzo de 2009

Lunes de literatura. SEDUCIDOS POR LA MUERTE (Herbert Hendin)

La verdad es que este libro ha caído en mis manos de una forma de lo más fortuita y sin ninguna pretensión de leerlo, pero tras el título se esconde un mundo más enrevesado del que comunmente creemos al hablar de la eutanasia.
Todavía lo estoy leyendo y poco a poco voy descubriendo que tras el sensacinalismo que nos venden en los medios de comunicación (Eulana Englano, Ramón Sampedro...) todo es más complicado.

Y no es que esté a favor de todo lo que dice el autor, confeso contrario a la eutanasia, pero nos enseña casos en los que la eutanasia no se debería haber practicado, la diferencia entre eutanasia y "suicidio asistido", la importancia de un buen médico, un psicólogo, la familia, etc.

El libro se centra en Estados Unidos y Holanda (país donde la eutanasia está admitida) y los casos, a veces, son escalofriantes, como el de Derek Humphry, doctor que ayudó al suicidio de su primera mujer, en el pacto de suicidio de los padres de su segunda mujer, además de publicar un manual del suicidio.

De todas formas ya os digo que es, el autor, totalmente contrario a la eutanasia, por lo que, para contrarestar este punto de vista he encontrado otro libro que leeré tras este, de una autora a favor de la eutanasia, Margarita Boladera ("el derecho a no sufrir").

Fragmentos del libro:
.
1º. Pag. 27. “Le explicó que había procedido así porque no estaba muriéndose lo suficientemente rápido y necesitaba ese espacio para otro paciente.”

2º. Pag. 28. "Una mujer que no quería seguir cuidando a su marido enfermo le presentó la alternativa de la eutanasia o que fuese internado en una residencia para enfermos crónicos. El hombre, asustado ante la perspectiva de verse a merced de extraños, eligió morir. Un médico acabó con la vida de una monja algunos días antes de lo que hubiera ocurrido naturalmente porque padecía un gran dolor, estimando que las convicciones religiosas de la monja no le permitían pedir la muerte".
.
3º. Pag.108. “En un 30 por ciento de esos casos (en que el paciente no lo pidió) la razón aducida fue a imposibilidad de tratar el dolor de manera efectiva. En el 70 por ciento restante, las razones aportadas fueron variadas, desde un “le faltaba calidad de vida” hasta un “se le retiró el tratamiento, pero el paciente no moría.”