Cuatro lunas, Buenos Aires
Yo tampoco me lo creo
así que ustedes ni caso,
pero el viento del deseo,
casi al filo del ocaso,
a la orilla de la plata,
llenó la cancha de Boca
cuatro noches, serenata
de la gata que se enroca
con dos pájaros de un tiro,
que, de puro llanto, ríen,
qué importa que desvaríen
si el canto dura un suspiro,
si el corazón envilece,
si la gloria no alimenta,
si el hastío se parece
al frío que más calienta.
Qué noches las de aquel día
bajo la tísica luna,
Buenos Aires parecía
el Bronx de Fuenteovejuna.
Aquí bailó Barcelona
milongas de Andalucía,
aquí lloró Maradona
con Penélope y Lucía,
aquí el caganet impío
y el cabaret decadente
se bañaron en un río
que desemboca en la gente.
Joaquín Sabina. Interviú,17/12/07