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jueves, 12 de noviembre de 2009

Estamos de suerte!!!

Tres semanas sin pasar por aquí, tres semanas( o casi) desconectado del mundo y te das cuenta que nada para, que al igual que hay cosas que en este país continúan igual (Gürtel, Alacrana, El Real Madrid y sus batacazos...)por suerte, hay otras cosas que cambian, que prosiguen, que avanzan.
Y entre esos cambios o novedades la grata sorpresa de corroborar que, tras 50 años (29 de octubre de 1959, Revista Pilote), Astérix sigue tan joven como siempre, y es que, en estos días , se celebra el 50º aniversario del pequeño galo y su amigo gordito (aunque él siempre lo niegue).
Para celebrar el 50º aniversario se ha lanzado El Libro de oro que destaca por su magnífico trabajo gráfico, por un texto inédito de Goscciny y donde, desde mi punto de vista, lo más emotivo, es una carta de Anne Goscinny (hija de René)donde agradece a Uderzo que no haya dejado morir a los héroes galos haciendo que la memoria de su padre siga viva a través de tantos y tantos cómics.



CARTA DE ANNE GOSCINNY incluida en el libro

En tu voz, Astérix, resuena el timbre de la mía. Por mis venas, corre tu tinta, por las tuyas, corre mi sangre. Y nuestras voces unidas evocan hoy una vida, la tuya. Tu has nacido de la amistad que unía a mi padre y a Albert Uderzo. Una amistad perfecta en la que uno es lo que no es el otro. ¡Y a la inversa! Fruto de esa amistad nacieron a su vez una aldea y sus habitantes, algunas decenas de jabalíes, un Julio César y sus legiones a veces desilusionadas por una improbable resistencia. Nacieron sobre todo muchas sonrisas y otras tantas carcajadas. También nacieron algunas vocaciones. Gracias a esa amistad han muerto muchas reticencias a la lectura.



Pero tenemos una deuda en común, Astérix. Uno de tus creadores se murió una mañana de 1977. Mi padre. Tu habrías podido apagarte. Apagarte sin borrarte de la memoria de tus lectores. Pero te habrías quedado allí. Un poco como yo me habría quedado allí, paralizado en los nueve años. Sí, pero no estábamos solos. A ti te quedaba un creador y a mí me quedaba la esperanza de que él te hiciera vivir. Que continuases contra viento y marea a pesar del dolor y la pena que nos producía la desaparición de un genio. Como una palabra de niño lanzada al aire en una canción infantil, huérfana muy joven, rogué: “Si Astérix sobrevive, entonces juro que me convenceré de que la muerte es una broma pesada, pero al fin y al cabo, una broma.

Que la imaginación permite lo que la realidad prohíbe”. Y tú has vivido. Yo también. Gracias a la voluntad de este Orfeo que ha rechazado lo que el destino le había impuesto. Pero tú, Astérix, más listo que el personaje mitológico, no te has vuelto. Has mirado hacia delante. Y delante estaba la vida. Habías comprendido lo esencial, que la historia debía continuar.

Un aniversario es la promesa que uno se hace a sí mismo de que se hará honor a ese año que se presenta. Un aniversario es un juramento que se ofrece a los que uno ama para confirmarles lo que ya saben y a veces fingen ignorar: la importancia que tiene en nuestra vida. Un aniversario es, en definitiva, el balance que se impone de las cuatro estaciones transcurridas. Desde la nieve a los primeros brotes, ¿he sido digna de ti, de vosotros? Así que, Astérix, permíteme en nombre de este padre que nos ha dado forma a ambos estar segura de que gracias al talento de Albert, tú sabrás mostrarte digno de estas bodas de oro, que con este libro del que eres el centro y el camino de ronda, les dirás a tus lectores que su fidelidad está a la altura de tu constancia, y que, en fin, si hubiera que resumir con una palabra las estaciones pasadas, yo hablaría simplemente de futuro.



ANNE GOSCINNY